En el marco del Historicismo del siglo XIX, el Japonismo y la Chinoiserie se presentan como dos corrientes artísticas que recuperaron y reinterpretaron estilos orientales provenientes de Japón y China, respectivamente, integrándolos al eclecticismo que caracterizó a esta época. Estas manifestaciones no solo reflejaron la fascinación europea por el Lejano Oriente, sino que también evidenciaron un proceso de adaptación y transformación de motivos, técnicas y tipologías orientales en un contexto occidental. Como señala García Martínez, la Chinoiserie es “un estilo propiamente europeo cuya inspiración es plenamente oriental” (p. 6), lo que subraya la naturaleza híbrida y reinterpretativa de estas corrientes.El interés principal de esta investigación radica en analizar las tipologías predilectas asociadas a la Chinoiserie y al Japonismo.
El término Chinoiserie se refiere a la moda artística que, desde el siglo XVII hasta el XIX, imitó y evocó el arte chino en Europa, aunque con una fidelidad limitada y una fuerte carga de fantasía y exotismo. Por su parte, el Japonismo surge en el siglo XIX, tras la reapertura de Japón al comercio internacional, y se caracteriza por una influencia más profunda y directa del arte japonés, especialmente de las estampas ukiyo-e, que impactaron en la pintura, el diseño y la arquitectura occidental. Ambos estilos, aunque relacionados por su origen oriental, presentan particularidades en
La Torre Japonesa y el Pabellón Chino, ambos ubicados en el Parque de Laeken en Bruselas, constituyen ejemplos iconicos de la fascinación europea por las arquitecturas orientales y su incorporación en el paisaje urbano occidental. Construidos a finales del siglo XIX, estos edificios reflejan la voluntad de reproducir y adaptar tipologías arquitectónicas orientales para usos ceremoniales y recreativos en Europa. La Torre Japonesa, inspirada en las pagodas tradicionales japonesas, presenta una estructura de varios niveles con tejados curvos y aleros pronunciados, mientras que el Pabellón Chino evoca los pabellones de jardín chinos con sus formas sinuosas y decoración lacada. Ambos ejemplifican la tipología arquitectónica como vehículo de la influencia oriental, donde la forma y el ornamento se convierten en símbolos exoticos y de sofisticación.
En España, el Quiosco de Comillas, diseñado por Antoni Gaudí en 1892, representa una síntesis singular del Japonismo y la influencia oriental en la arquitectura modernista. Aunque no es una copia literal de un modelo japonés, el quiosco incorpora elementos formales y decorativos que remiten a la estética japonesa, como el uso de estructuras ligeras, la integración con el entorno natural y la ornamentación orgánica. Este caso evidencia cómo el Japonismo no solo se limitó a la reproducción de objetos o estilos, sino que también inspiró una reinterpretación creativa que dialogó con las corrientes artísticas contemporáneas, en este caso el Modernismo catalán.
En cuanto a las tipologías predilectas, la Chinoiserie se manifestó principalmente en las artes decorativas y el mobiliario de lujo. La porcelana china, especialmente las piezas de la dinastía Ming y Qing, fue uno de los objetos más codiciados y replicados en Europa, dando lugar a la producción local en fábricas como Meissen o la Real Fábrica de Buen Retiro en España. Como señala García Martínez, “la Real Fábrica de Buen Retiro supuso la primera empresa dedicada a la producción de la porcelana y creación de nuevos diseños...” (p. 34). Además, los paneles lacados y biombos de Coromandel fueron tipologías recurrentes, adaptando piezas originales chinas o creando nuevas composiciones que mezclaban el gusto oriental con el occidental. Los textiles y tapices con motivos chinescos, como los realizados por Mariano Nani para el Palacio del Pardo, también formaron parte de esta tipología, integrando alegorías europeas con elementos exóticos como monos, pagodas y campanillas. Finalmente, la arquitectura y la jardinería incorporaron pabellones, templetes y elementos paisajísticos que evocaban la fantasía china, como el Estanque de los Chinescos en Aranjuez, con su montaña artificial y templete ochavado.
Por su parte, el Japonismo se caracterizó por la influencia de las estampas, que revolucionaron la pintura occidental con sus composiciones asimétricas, planos de color y encuadres inusuales. Masson destaca que “los japoneses difunden multitudes de objetos de arte decorativos, pinturas y estampas ukiyo-e en Occidente, donde son la revelación de una belleza totalmente nueva y de otra forma de representar la naturaleza” (ARABELLA MASSON - Viajes de arquitectos occidentales a Japón. p. 47).“Para los artistas, la geisha fue, además de la figura portadora del colorista y decorado kimono, un símbolo del encanto del Japón tradicional.” (Almazán Tomás, p. 91). Esta influencia se tradujo en la pintura impresionista y postimpresionista, con artistas como Degas, Manet, Monet y Van Gogh adoptando principios compositivos japoneses. En las artes gráficas, el cartelismo de Toulouse-Lautrec y otros artistas incorporó líneas sinuosas y contrastes propios del arte japonés. Finalmente, la arquitectura occidental absorbió elementos japoneses como la estructura ligera, los tejados irimoya y la integración con el entorno, evidenciado en construcciones como la casa japonesa en la Exposición de Filadelfia (1876) y las casas de los hermanos Greene en California.
En conclusión, tanto la Chinoiserie como el Japonismo representan procesos complejos de apropiación y reinterpretación de estilos orientales en Europa, cada uno con sus tipologías predilectas que reflejan sus contextos históricos y culturales. La Chinoiserie se centró en las artes decorativas de lujo y la fantasía cortesana, mientras que el Japonismo tuvo un impacto más amplio y profundo en la modernización del arte occidental. Los casos de estudio seleccionados fueron la Torre Japonesa y el Pabellón Chino en Bruselas, y el Quiosco de Comillas de Gaudí demuestran cómo estas influencias se materializaron en la arquitectura y el diseño, enriqueciendo el patrimonio artístico europeo.
Bibliografía
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Almazán Tomás, D. (2003). La seducción de Oriente: de la chinoiserie al japonismo. Artigrama, (18), 83-106.
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García Martínez, C. Las chinerías en el arte español en el siglo XVIII.
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Masson, A. (2015). Viajes de arquitectos occidentales a Japón: La princesse est modeste. Tesis Doctoral, Universidad Politécnica de Madrid.
Torre japonesa en bruselas, galeria de arte
Pabellon chino en brusselas, restaurante
Quiosco de Comillas



Estampa ukiyo-e
Biombo de coromandel
Porcelana chinesca hecha en Viena



Punto B




